Pasión por la radio

Desde el prehistórico antecedente de 1967 (mi primer programa propio), cuando salía de la adolescencia, casi nunca dejé de hacer radio. Columnas, entrevistas, editoriales, audio puro, momentos rescatados y preservados de lo que es, para mí al menos, el más íntimo, confiable y directo de los medios de comunicación, el que involucra a los seres humanos ante un micrófono.
Lunes 21 de noviembre de 2016Pasión por la Radio

Dos años sin Pepe

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 El editorial de Alfredo Leuco en su programa "Le doy mi palabra", recordando a Pepe Eliaschev, a 2 años de su fallecimiento.

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Me lo recuerdan los oyentes en la calle o a través de los mails y las redes sociales. Fue tanta la potencia periodística de Pepe Eliaschev que a medida que pasa el tiempo, su figura se agiganta. Y a modo de homenaje y a pedido de tanta gente que lo admiraba, bien vale el recuerdo de aquella columna dolorosa.

Es que extrañamos tanto a Pepe. Hoy hace dos años que se nos murió el querido Pepe.

Esto que pasa es que el maldito cáncer de páncreas finalmente asesinó a Pepe Eliaschev. Esto que pasa es que me tiemblan las manos sobre las teclas y la voz cuando lo recuerdo. Esto que pasa es que esta querida radio Mitre, este periodismo independiente que amamos y este país han perdido a uno de sus mejores hombres. Conocí pocos periodistas con la formación intelectual y el rigor profesional de Pepe. Era exigente con los demás y con el mismo hasta la obsesión. No andaba con vueltas. Decía las cosas de frente y sin eufemismos. Eso le trajo algunos problemas de convivencia en los trabajos, pero se las bancaba como un señorito. Le gustaba que mi amigo el Zorro le regalara algún habano para fumar tranquilos después de la cena. Amaba profundamente a Victoria, su mujer y a sus hijos. Me agasajó un día en su casa con un asado maravilloso que compartimos con Luis Brandoni y Sergio Renán. Era muy hincha de Racing. Se inclinaba en el altar democrático, republicano y de manos limpias de Raúl Alfonsín. Amaba la palabra “crocante” y yo lo cargaba con eso. El se reía en esos momentos y cuando le confesaba que mi vieja, Esther, lo admiraba más a él que a mi. Siempre me decía:” no te agrandes que yo te conocí en calzoncillos” y se refería al tiempo que compartimos el camarín en América TV. Tenía una variedad de lenguaje notable. Utilizaba las palabras, con alas, colores y toda la multiplicidad de contenidos. Varias veces me quedé con la boca abierta viendo como improvisaba sus profundos, picantes y coherentes editoriales radiales. Cuando descubrí que no los escribía previamente pasó a ser mi ídolo. En la tele yo improviso, pero en la radio, redacto todos los días estos textos que leo. Pepe iba tejiendo conceptos y valores en el aire al correr de su voz. Eso se llama talento. No conocí a nadie que hiciera de la columna radial un arte como lo hizo él. Siempre se sintió orgullosamente judío y jamás le gustó que lo llamaran José Ricardo. Soy Pepe, le decía a todos. Supo escribir en el semanario de Montoneros y luego hacer una profunda y sincera autocrítica de la lucha armada. Fue redactor en la revista “Todo” de Bernardo Neustadt junto a Miguel Bonasso. Hacían sus primeras armas en el oficio y tal vez esto lo diga como un fallido, en todo el sentido de la palabra. La tenebrosa Triple A lo amenazó y tuvo que exiliarse en los Estados Unidos. Allí hizo un postgrado de periodismo y de amor por la libertad trabajando en una agencia de noticias internacional. Hizo coberturas memorables como la de la Nicaragua del sandinismo, por ejemplo. El ejército también lo prohibió como corresponsal en Nueva York de Neustadt y Videoshow.

Volvió a la Argentina y el primero que le dio su lugar de estrella fue Juan Alberto Badía en la tele. Fue censurado por los retrógrados reaccionarios que no aceptaron que en canal 7 hiciera una encuesta acerca del tamaño del miembro viril y su relación con el goce sexual. Era pornografía, decían los fachos de entonces. Era de la patota cultural alfonsinista, lo estigmatizaron. Hoy esas encuestas picarescas serían bebes de pecho para las groserías y el mal gusto que circula por los medios. Durante el kirchnerismo extremo que lo odiaba y lo acusaba de derechista o agente del Mossad fue atacado en forma permanente pero hubo dos momentos culminantes. Primero cuando no le renovaron su contrato en Radio Nacional y Mona Moncalvillo le dijo en nombre de Néstor Kirchner: “C´est fini, negrito”. Se había terminado la voz crítica e insobornable de Pepe Eliaschev por orden de los Kirchner que jamás toleraron la pluralidad de voces. Después hizo un libro al que llamó “Lista Negra” y lo presentó en el colegio Nacional Buenos Aires donde orgullosamente había cursado su secundario.

Otra vez recibió la medicina amarga de una parte de su propia colectividad judía. Tuvo una primicia internacional y la publicó en la tapa del diario Perfil. Era el pacto secreto que Héctor Timerman había firmado con los iraníes en Siria. El canciller argentino, emblema de la traición, desmintió esa verdad y lo atacó igual que importantes miembros de la DAIA y la AMIA. Pepe tenía buenas fuentes y una fina intuición. El ratificó todo lo publicado y al tiempo, todo se confirmó. Todo lo que él había escrito era absolutamente cierto. Los desmentidores tuvieron que tragarse sus palabras pero fueron incapaces de pedir disculpas. En el aniversario número 20 del atentado terrorista a la AMIA, por suerte, tanto Luis Czyzewski, como quien les habla pudimos hacer un humilde desagravio de su figura y reivindicar su honestidad intelectual y su capacidad periodística.

Un día quise aumentar la calidad profesional de mi programa y convoque dos columnistas. A José Antonio Díaz en economía y a Pepe en internacionales. Fui a su oficina en la avenida Santa Fé y le confesé que me costaba ofrecerle que fuera mi columnista. “Por trayectoria y por capacidad, yo debería ser columnista tuyo, Pepe”. Eso le dije. El me contestó emocionado: “Dejate de joder, es un orgullo que me convoques y de esa manera puedo volver a la tele”. Lo habían marginado los autoritarios y el seguía peleando su oficio en radios humildes y valientes que le daban aire para que el kirchnerismo no lo asfixiara. Fue histórica su pelea en “Le doy mi palabra”, en canal 26 con Diana Conti. Ella elogió a Stalin y el le saltó a la yugular como era su costumbre. “Es un carnicero que mató a 20 millones de personas”, reaccionó. Terminó el reportaje a los gritos: Conti acusando de radical a Pepe al grito de ” Ahora votá a Cobos” y el con la velocidad de la chicana le respondió: ” Vos ya lo votaste”, porque eran tiempos de Cristina, Cobos y vos.

Lo ví especialmente cansado el día que volvimos de la Feria del Libro a estos estudios de la calle Mansilla que el tanto amaba. Me dijo que era agotamiento por tener que hacer su trabajo sin intimidad ante la vista de todos. Pero al otro día vino todo amarillo. Pronto supimos que un criminal llamado cáncer de páncreas se había apoderado de su cuerpo. La peleó con coraje y quimioterapias. Era una fiesta para los oyentes y para él cuando podía venir a hacer el programa y presentar esa música celestial que tanto disfrutaba. Esa misma música que ponemos en su homenaje para decirle hermano de oficio, Pepe querido, periodista de raza y hasta la muerte. Hace dos años que te extrañamos.

 

 

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