
Alcahuetes versus periodistas
Buenos Aires, 20 de mayo de 2013 - Esto comienza con un reportaje. Un brillante periodista, Diego Sehinkman del diario La Nación, entrevista el sábado a la diputada nacional Diana Conti, autora de la famosa frase “Cristina eterna” y que integró el gobierno de la Alianza como funcionaria de Fernando de la Rúa y le pregunta: “Cuando usted opina sobre algún tema muchos, se preguntan: ¿esto lo piensa Diana por su cuenta, o la mandó la Presidenta? ¿Quién habla ahí?”.
Respuesta textual de la ex funcionaria de la Alianza, Diana Conti: “No, bueno, cuando es una cuestión trabajada en equipo, propuestas legislativas, es hablado y lo digo, en otros casos, no. Cuando dije Cristina eterna para una radio de Santa Fe, no me dí cuenta de la repercusión que iba a tener. Me empezaron a llamar de todos lados, cerré el celular y me oculté. A la tardecita, le digo a Carlos Zannini: protegeme, porque Cristina me va a matar, hasta que me ubicó ella. ‘¿Dianita que dijiste?’”.
Versión de Diana Conti sobre lo que le dijo Cristina Kirchner: ““Y yo le digo bueno, no sé, me desperté, sonó el telefóno, yo estaba media dormida”. Entonces me contesta: ‘No, desmentilo’. “¿Cómo lo desmiento?, pensé”. Respuesta que le dio Conti al periodista Diego Sehinkman, de La Nación: “Ya sé, hago un cable de Télam, cumplo, que se lo muestren a ella y yo ya estoy. Entonces no siempre que hablo soy la voz de Cristina”.
Por si los oyentes de Esto Que Pasa, por alguna razón pensaran que estoy bajo el efecto de drogas alucinógenas, quiero repetir serenamente la frase de la diputada nacional Diana Conti: “Ya sé: hago un cable de Télam, cumplo, que se lo muestren a ella y yo ya estoy”.
Hace pocas horas la comisión interna gremial de los trabajadores de la agencia Télam repudió las declaraciones de la diputada Conti. Es una de las muchas comisiones internas que hoy se vienen desarrollando con reciedumbre y energía en el gremio de los trabajadores de prensa, reclamando respeto, decencia, probidad y competencia profesional. Esto a menudo no aparece en los diarios ni es objeto de mención de los más importantes columnistas, pero hay que decirlo, el gremio de prensa vive hoy, al menos en Buenos Aires, un momento particularmente creativo y fuerte en el sentido de no dejarse avasallar por ningún tipo de poder, no solo el corporativo privado sino tampoco el estatal político.
En este caso, la comisión interna de Télam rechazó y repudió las declaraciones de Diana Conti, en estos términos: “No podríamos decir de ningún modo que sentimos estupor o sorpresa ante este tipo de declaraciones de parte de personajes cercanos o que se creen cercanos al poder, porque a estas aberraciones las invitaron, una y otra vez, las autoridades de Télam en los últimos años, a pesar de las insistentes denuncias sobre censura y manipulación de la información que realizamos los trabajadores”.
Continúa el comunicado: “Presidente de Télam, gerentes periodísticos, jefes y subjefes de redacción, integrantes de la mesa de edición, todos ellos han contribuido y contribuyen generosamente para llegar a esta situación humillante, instruyendo a prenseros y amanuenses variopintos para que llamen, pidan y apuren a distintas secciones la salida de lo que ahora Diana Conti resume en ‘un cable de Télam’”.
Los trabajadores te Télam hablan de operaciones y censuras varias: “quienes se opusieron y revelaron ante semejante práctica de la alcahuetería disfrazada de periodismo” fueron, por supuesto, removido de sus cargos, en una demostración contundente de ejercicio del poder omnímodo que daña y perjudica a nuestro prestigio de laburantes de prensa”.
Esto que acabo de leer en su totalidad es el texto redactado por los trabajadores de prensa de Télam. No lo escribió Héctor Magnetto, Jorge Lanata o Pepe Eliaschev, ninguno de los periodistas o empresarios que el Gobierno sataniza como enemigos de la patria. Esto es un texto preparado y emitido por los “laburantes” de Télam.
¿Cuántos “laburantes” tiene Télam? Hay derecho a hacerse esta pregunta, porque Télam es una empresa del Estado solventada por el pueblo mediante impuestos. Según la última estadística a la que pude acceder, Télam tiene la barbaridad de 867 empleados, 715 de planta permanente y 152 de planta temporaria.
El presupuesto de Télam para este año se acerca a los 380 millones de pesos, de los cuales el 76% (289 millones de pesos) son girados por el Gobierno porque como empresa Télam es deficitaria, solo genera 90 millones 300 mil pesos, menos del 24% de lo que le cuesta al país, producto de la venta de sus servicios periodísticos y publicitarios.
De esos casi 380 millones de pesos que le cuesta Télam al país, 220 millones 300 mil pesos se van en salarios. De ese total, 201 millones de pesos son para pagar los salarios de los empleados de Télam con relación de dependencia. Esto arroja, grosso modo, un salario mensual promedio de 22.000 pesos. Los trabajadores de planta temporaria “sólo” promedian los 9700 pesos mensuales.
Así las cosas, ¿de qué asombrarse? ¿De qué desconcertarse? ¿Por qué pensar que se trata de un episodio aislado, arbitrario, ocasional, que no se va a repetir?
Al igual de lo que sucede con Radio Nacional y con ese Canal 7 mentirosamente bautizado “Televisión Pública”, Télam fue ocupada por el oficialismo prácticamente desde el comienzo de la gestión kirchnerista. Tras algunos meses de titubeo, enseguida los medios del Estado pasaron a participar de la guerra cultural del kirchnerismo. Esto sucedió con Télam, una agencia de noticias que, lejos de ser la agencia de noticias del Estado argentino, se convirtió en agencia de propaganda del Gobierno.
Tienen razón los colegas de la agencia Télam en quejarse como lo hacen y su comunicado, que subrayo con admiración y en homenaje a ellos, es de enorme sinceridad y saludable frontalidad. Acá, el problema es político, no periodístico. Los integrantes de la comisión gremial interna de la agencia Télam no pueden desconocer que lo que ha sucedido con la agencia, su sobredimensionamiento y crecimiento monumental, se explica estrictamente como producto del operativo oficial de propaganda y guerra cultural. Télam esta al servicio de las aspiraciones de perpetuarse del Gobierno hace ya casi diez años.
Este episodio de Diana Conti ha tenido, una vez más, la enorme capacidad de poner negro sobre blanco, visibilizar y permitir que sea visualizado, lo que opinan los sargentos y cabos del oficialismo (ya ni hablemos de los coroneles), cuando se trata de los medios estatales, a los que hay que sumar la cadena de medios supuestamente privados cuya subsistencia solamente es posible gracias a la munificencia de la infinita capacidad de recursos que tiene la propaganda oficial. Porque el problema no es sólo Télam, Radio Nacional y Canal 7. Lo son también el Grupo Olmos (Crónica), el Grupo 23 (CN23 y otros), el Grupo Cristóbal López (C5N y Radio 10) y muchas otras cabeceras de playa tomadas por el Gobierno en su aspiración de eliminar toda posibilidad de libre información.
Felicito, en consecuencia, a los trabajadores y periodistas de la agencia Télam, les mando un abrazo cordial a todos los colegas que en el gremio de prensa hoy revelan su aspiración de un periodismo mejor, menos contaminado de operaciones y de intereses bastardos. El oficialismo se ha puesto, una vez más, el pie en la boca. Estaría media dormida o no, pero aunque fuese sonámbula, Diana Conti expresa más fielmente que nadie la verdadera aspiración e ideario del Gobierno. Así como Menem decía que la Ferrari Testarrosa era de él, para este Gobierno los medios son todos de ellos.
©pepeeliaschev
Emitido en Radio Mitre